Todos los arquetipos son fenómenos mentales. Como ensoñaciones, los personajes y los escenarios se suceden como espectros potencialmente reales, al igual que las situaciones. Los arquetipos son el corazón del Tarot, ya que una combinación factorial de setenta y ocho arquetipos delimita los límites del lenguaje arcánico.
En la tarología todo arquetipo es teórico, experimental y técnico. A nivel teórico se puede recurrir a las interpretaciones de los símbolos y números. En lo técnico, se ha de saber manejar la herramienta en consultoría. En lo experimental, la tarología observa todo el mundo como el campo de trabajo de los arquetipos. Y uno de los lugares donde la impronta es más intensa es, sin duda, en el cerebro del ser humano.
En el cerebro, seis lóbulos principales determinan la acción mental y conductual. La zona frontal regula la moral y la pasión, permite o impide regular los límites de lo deseable y de lo aconsejable. Con respecto al lóbulo parietal, se relaciona con cómo percibimos la realidad, tanto externa como interna. La zona temporal, bastante compleja, se relaciona con el equilibrio y la coordinación, pero también con el olfato, la información visual compleja, los oídos o la regulación de emociones como el placer o la ira. Así, seis «familias cerebrales» se relacionan como las seis familias taróticas para crear la experiencia de la vida del ser humano. ¿Se podría establecer una línea de correlación entre los mecanismos taróticos y cerebrales? Todo parece indicar que sí. Y lejos de que fuera una observación arbitraria, el análisis de los mecanismos taróticos podría producir nuevas preguntas de los mecanismos cerebrales.
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