Toda la historia de la tarología está relacionada con la mitología universal. Desde los albores de la humanidad, los habitantes de esta tierra hablan de sus ascendentes y plasman las fundaciones de sus estirpes. Lo que se denomina Tarot, el conjunto de naipes que conforma físicamente la estructura tarológica, está lleno de figuras que evidencian cómo los seres humanos perciben sus raíces, la transmisión de sus tradiciones y la definición de las razas y familias.
Como sabemos, las ilustraciones del Tarot incorporan numerosos personajes que están retratados a lo largo de todo el arte histórico y universal. Hay una asociación directa entre belleza y mitología tarótica: desde los esfuerzos denodados de Odín por verter la sabiduría del árbol de la vida (escenario que en el Tarot de naipes han solido llamar «el colgado») hasta Eleuteria triunfante en la esencia de su esencia, flotando en la libertad que es ella misma y vinculándose a los condicionantes del mundo material por voluntad propia (escenario que se suele llamar «el mundo»).
Tanta es la pobreza que ha rodeado al Tarot cartomántico y tanta es la riqueza que la tarología científica tiene que es insultante que los mitos albergados en ella, conocimientos que liberan el alma y la mente del estudiante, no reluzcan prevaleciendo sobre la mediocridad del mensaje tendencioso que se asocia con «tu futuro es lo que yo diga». La belleza de la tarología no conoce tu justo futuro ni lo desea, pero sabe que es tuyo y tú, en base a tu genética física y espiritual, decides qué haces contigo mismo y tu vida.
La tarología es la disciplina que permite una relación directa entre la ciencia y el arte.
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