Simbolizar la vida

La estructura tarológica está principalmente conformada por símbolos, ya que los números también lo son. Conceptos abstractos que se emplean para contar, medir o etiquetar. Fines que dan sentido a la vida misma del símbolo.

Sin fin, el sentido se resiente. En nuestra existencia, el sentido de la simbolización es acceder al encanto oculto de las cosas. La belleza se revela cuando la vida se simboliza. El núcleo semántico de una lluvia de pétalos de rosas puede ser un orgasmo sexual, mientras que una lluvia de puñales evoca traición por malas lenguas. Como el confuso e ilógico mundo de las alucinaciones, todo puede estar contenido en la nada, como en la Kabbalah el Aur proviene del Ain Sof.
Cuando simbolizas la vida los justos pueden pecar y los diablos pueden hacer buenas obras, la risa desesperada que suena desde las profundidades de unas cavernas anacaradas revela el potencial destructivo de un santo.

Cuando se simboliza la vida no se trata de creer en ningún Dios. Sólo de entender que la presencia de la vida es constante en todas sus manifestaciones, y los símbolos lo revelan. El dulzor de una manzana es semejante al placer de lograr la satisfacción de un objetivo. El número cinco se halla flanqueado por cuatro números a su izquierda y otros cuatro a su derecha; no puede huir, se encuentra obligado a seguir hacia el seis para escapar del asfixiante centro. Si retrocede hacia el cuatro, se restará a sí mismo. Si el número cinco sueña con el dulzor de una manzana, ¡sabrá que la vida ya le regala el placer de poder alcanzar el nueve!  Los números, después de todo, son conceptos abstractos y son libres cuando son simbolizados.

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